piezas que no encajan
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OPOSICIÓN AL GOBIERNO DE PEDRO SÁNCHEZ
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A riesgo de ser políticamente incorrecta e incluso a sabiendas de pecar de irreverente, me atrevería a escribir aquello de: Estella ya no es Estella, que es la misma Whasington; tiene obispo y toda la ostia, casa putas y frontón. Pues eso¡ España ya no es España, es un gallinero sin gallo que le cante y ahora estamos en manos de quienes se permiten la extorsión y el chantaje económico e ideológico; de quienes quieren romper el concepto de nación y de quienes se afanan en enredar en casa ajena cuando la suya es un ovillo de doble vuelta. Son una minoría, cierto,  pero como la Ley Electoral permite que pasen estas cosas pues de aquellos deslices vinieron estas lides y ahora resulta que minorías mandan y a ver cómo encajan las piezas de este diabólico puzzle. El ocaso del bipartidismo dio paso a una amalgama de grupos políticos en el panorama parlamentario que dificulta la aprobación de cualquier asunto, incluso de los que son columna vertebral de la economía del país.

Los PGE siguen sin aprobarse inmersos en una vergonzosa negociación paralela de un vicepresidente sectario que quiere imponer su criterio y de un presidente empeñado en ser ex presidente, preso de la izquierda más radical. Un Sánchez dispuesto a pactar los presupuestos con Ciudadanos y viceversa; un Iglesias que veta a los naranja; ambos rehenes de independentistas y batasunos y, mientras tanto, Montero viviendo de la herencia de Montoro y España con presupuestos prorrogados desde 2018.

Con este gobierno de pandereta no es extraño que seamos el país con las peores perspectivas en creación de empleo y reactivación económica. La OCDE afirma que solo Perú se sitúa detrás de nosotros; estamos a la cola Pepsicola incluso de países con sistemas sanitarios y financieros más endebles que el nuestro. El tiempo da y quita razón y la razón es, en esta ocasión, diabólica y está empeñada en evidenciar la ineficacia del gobierno.

Sánchez es incapaz de interpretar de forma coherente la situación económica y lejos de nutrirse de la realidad y utilizar su escaso olfato político y su dudosa experiencia para transformar el relato económico y aportar soluciones a la situación postpandemia, se enroca en seguir rumbo hacia ninguna parte. Mantiene un tozudo impulso de realizar su voluntad manteniéndose en sus errores de base.

Por si fuera poco, en vez de aplicarse en la gestión gira 365 grados y responsabiliza al PP de todos los males intentando cargarle un sentimiento de culpa que casi quita a uno las ganas de defenderse.

Nadie condena la presunta financiación irregular de Unidas Podemos con la dureza que se merece, al menos con la que los partidos en el gobierno aplican a algunos ahora en la oposición. Sánchez no tiene la entereza suficiente para sustraerse a la influencia de Iglesias aunque detrás de ello, se esconde su ansia de seguir siendo presidente a toda costa.

Nada es lo que era. Un Iglesias despojado ya de su generosidad romántica de los años en los que fraguaba su asalto a las esferas de poder, aquellos tiempos en los que criticaba a la casta y preconizaba las bondades de vivir en la misma casa, con la misma gente y en el mismo barrio.

Y llega el caso Kitchen como un halago a la vanidad de Sánchez e Iglesias que ya tienen con que tapar sus vergüenzas aunque el segundo, contra el que todo parece confabularse, huele a gris y con su monyo a lo Betty Misiego al margen irradia una aureola de infinitas dudas sobre la moralidad y la legalidad de su conducta, incapaz de procurarse una existencia decorosa.

Kitchen no apuntan ni de lejos al actual líder del PP pero dado que Rajoy está amortizado, Casado no logra que la izquierda le exima de culpa en esta historia y como era de esperar se convierte en la diana de todos los dardos lanzados con precisión porque en la gestión de la pandemia no, en reactivar la economía tampoco, pero en lo de desviar la atención y tratar de salirse de rositas de cualquier situación, ahí sí, la izquierda el as de toda baraja.

Acostumbrados como nos tienen a juicios paralelos, a sentencias mediáticas y a que todo el mundo sea culpable salvo que se demuestre lo contrario, cualquier responsabilidad de carácter penal quedará a la altura del betún frente a la ofensiva que la izquierda lanza contra Casado.  Sin restarle mérito, por supuesto, a la indelicadeza de algunas conductas que si se prueban judicialmente, no tienen pase pernocta, se mire como se mire.

A los de Casado no les queda otra que echar mano de un talento comunicativo sin precedentes que seduzca al telespectador y lo arrime a su ascua así como el crudo panorama de una economía que vive el drama del desempleo y el paulatino empobrecimiento. La serenidad de juicio, el compromiso con España y la esperanza en que otro país es posible, supongo que es lo que da consuelo a la existencia del PP que ve como su plan económico basado en la no subida de impuestos, mayor flexibilidad laboral, menos burocracia, mejor formación y más competitividad -nada inaceptable en todo ello-su apoyo a los autónomos y al sector turístico queda en barbecho mientras el país presenta un balance económico poco halagüeño.

Eso sí, ¡acabáramos! T¡enemos memoria histórica! y no me sirvo de fina ironía pero es que, con todos mis respetos, al español que quiere trabajar y no puede se la trae al pairo que el Valle de los Caídos se convierta en un cementerio civil o la abolición de la Fundación Francisco Franco.

Sánchez e Iglesias deben aprovechar el bienestar que en su previsible corta longevidad les sea posible encontrar en la okupación -y escribo bien- de la presidencia y vicepresidencia, respectivamente, porque aunque ni uno ni otro tiene intención de dimitir, harina de otro costal será que sean la opción elegida por los ciudadanos en las próximas elecciones.

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